lunes, 10 de diciembre de 2012

Veinte Palabras: El perrito Smedley

La verdad es que trate de escribir varias veces estos días, y aunque tenía varios temas, simplemente no me decidía. Nop. Tenía el tema y título, pero no salían las palabras. ¿Por qué? Ha de ser porque simplemente no era el tema correcto, aunque tuviera de que hablar.

Pero ayer estaba abrazando a mi peluche con la página abierta y pensé: "Es cierto, mi peluchito preciosho, no he hablado de ti en realidad".
Síp, cuando tengo a mi peluchito puedo ser muy cursi. Porque es tan suavecito y lindo, yo lo quiero mucho.
Bueno, no lo llevo a todas partes, la mayoría del tiempo se encuentra sobre mi cama o en el suelo, a veces lo bajo conmigo y se me olvida que lo baje. Pero lo sigo queriendo.
Porque el me abraza cuando quiero, se queda conmigo, logre que oliera a aderezo (no huele mal, pero supongo que la mayoria lo lavaria) y se que me quiere. Por lo menos he hecho que me quiera.


Esta es la imagen mas cercana de mi bebé. Pongamos que su pelo es levemente mas largo, tambien tiene un moño pero está centrado y su pelaje es de un solo color, el de las orejas y algo más oscurito.

Solo mencione a Smedley al principio de este blog.
Me lo regalaron como Día de Reyes. Me preguntaron que juguete quería, dijeron especificamente juguete, porque yo ya iba a decirles "¡libros!", pero no. Están hartos que yo soo piense en libros. Tsk.
Entonces les dije que una cajita musical, pero dijeron otra vez "juguete". Entonces les dije que una muñeca de trapo.
O sea, no de trapo-trapo, sino de esas que son de tela.


¡Una justo así! Con las manos y piernas muy largas. Pero mis padres no me entendían, entonces les dije que un perrito de peluche. O un osito de peluche. Eso no es para pensar tanto. Quería un peluche.

Como quiero tanto a mi perrito, y cuando me lo regalaron, sí me lo llevaba a todos lados (aunque tuviera catorce años). Y eso incluía claramente la casa de mi abuelita.

En la casa de mi abuelita viven tres de mis tíos, dos tías, mi abuelita y dos primos. Y a mis tíos les encanta molestarme. Pero les fascina. Por eso, cuando lleve a Smedley, el pobrecito era atacado y molestado. En mi casa tampoco se salva, mi papá claramente es sangre de mis tíos y él también abusa de mi pobre peluche. Lo utiliza de almohada, cuando solo yo puedo hacerlo (lo abrazo para dormir -últimamente-).
Smedley, yo lo quiero mucho. Es un perrito muy lindo y tierno. ¡Más tierno que el de arriba! Así que ya sospecharan porque llame a este blog "Smedley, el perro 26 cm". Era lo que aparecía en su etiqueta.

Tal vez me puse a escribir sobre esto porque mi papá me puso a ver la versión original de la historia de Hachiko, el perro fiel. Esa película me hace llorar a mares, pero más la versión moderna. Me destroza por completo, te hace asegurar que un perro nunca debe vivir más que su dueño, es demasiado doloroso.

1 comentario:

  1. Wow... que lindo que ames tanto a un peluche, es tan tierno, yo también tengo un peluche al que amo con todo mi corazón, es un oso, es lindo, y aunque ya estoy algo grande no se que haría si algún día algo le pasara.

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