lunes, 26 de mayo de 2014

Caminar en el fondo de una piscina

.
Ella me dijo que se cayó. Iba de la mano de su primer amor, totalmente entregada a él, porque confiaba totalmente en él. Pero de todos modos se cayó. Y se hundió, profundo y más profundo, hasta que llegó al fondo. Ahí, sentía todo el peso del agua sobre sí ella y se entregó a la sensación asfixiante que producía. Porque ella era así, me dijo cuando le pregunté. Y con los brazos extendidos y las piernas rectas, el mismo karma o su mismo ser, regresaba a la superficie. Y ahí estaba el sol, y ahí estaba el aire. Sus pulmones todavía servían y su corazón todavía latía. Y estaba viva, y todo lo que le causa dolor, detrás de ella. Así que podía seguir adelante, sana y salva.

Pero así era ella, y así soy yo.

Yo me paseo por el borde, con toda la fuerza en mis piernas para mantener el equilibrio (tonta de mí, no sé usar los brazos), hasta que el suspiro de alguien más, un susurro o un roce accidental, me hacen caer demasiado rápido, demasiado fuerte, demasiado sorpresivo. Y no estoy lista, y no sé usar los brazos, y toda mi fuerza en las piernas se vuelve inútil ante esa sensación asfixiante.
Estoy temblando y quiero gritar, pero nadie puede escucharme y nadie puede verme, y no dejo de pensar: "Que tonta soy, ¿cómo es que me caí por tan poca cosa? La gente se reirá de mí, seguramente se burlará, o se preocupará, o seré una molestia..."
Me callo. No puedo dejarles pensar eso. No puedo hacerles saber eso. Yo quiero ser una sonrisa, yo quiero ser una palabra de ánimo, o unos brazos en los que apoyarte. Quiero ser importante, quiero ser valiosa...

"Por favor, no me dejes, puedo ser mejor."

Yo era débil. Yo también me sostuve de alguien y amé a alguien. Yo también la quise, y también caí. Era tan pequeña, y la extrañaba tanto. "¿Qué hice mal? ¿Por qué me dejó? Ella no... pero claro que sí, lo acaba de hacer. Se fue, ¿verdad? ¡Claro que sí! ¡Te duele porque es real! ¡Esto es la realidad!"
Yo busqué levantarme, yo busqué salir, pero estaba empapada. Así que me quedé bajo el sol a secarme, buscándola, encontrando personas. Ellas me miraban y veían a una niña que tomaba el sol, y yo sonreía, y miraba hacia el sol. 
"No quiero caer... no quiero que nadie caiga... duele mucho, no sé que hacer..."
Quería proteger a alguien, quería ser esa persona que amaran por una vez, sostener para no caer. Estaba ciega. Tenía miedo, nunca miraba hacia atrás. Nunca veía toda el agua detrás de mí que me seguía empapando, demasiado cerca. Nunca la dejé atrás.
Entonces comencé a caer otra vez. Pero está bien, sabía como salir de ahí.
Caía demasiado rápido, demasiado fuerte y demasiado repentino. Dolía cada vez y nunca mejoraba, no podía acostumbrarme, así que trataba de encontrar la razón. Así que comencé a caminar bajo el agua. Tratando de encontrar esa fuerza que me impulsara hacia arriba, ese karma o mi misma existencia certera. Pero nunca lograba encontrarla.

"No puedo quedarme aquí abajo, esperando algo que tal vez nunca encuentre... ¡No puedo dejar a la gente saber lo débil que soy! Debo salir, debo salir, debo salir..."

Y antes de encontrar esa corriente de inspiración, salía de ahí. Y para la gente que me veía yo era fuerte, porque nunca... nunca era dominada por la tristeza. Porque nunca estaba empapada frente a ellos, porque aunque desapareciera, siempre estaba ahí, y nada había cambiado.
Por supuesto que nada había cambiado. Eso era lo más doloroso. Más que el peso en mi ropa, o las arrugas que se quedaban, o el picor en mis ojos. Todo estaba igual, aunque a veces más presente.
Así que yo me quedaba en la orilla, buscando, pensando "¿podré salvar a alguien?", porque tenía miedo de darme la vuelta y ver mi reflejo.

Caminar en el fondo de la piscina te da una perspectiva completamente diferente del mundo. Puedes ver el sol, puedes sentir el agua, o puedes sentir todo tu cuerpo flotar y hundirse a la vez, ajeno a si mismo pero completamente presente, porque es lo único que hay. Puedes ver a otras personas hundirse también y sentir que de algún modo, siquiera tu soledad no está sola. 
La mayoría espera esa corriente que los impulse hacia arriba. ¿Yo? Yo tengo miedo de que si sigo esperando, nadie esté conmigo cuando logre regresar. Así que me miento, diciendo que hay gente que depende de mí, gente que me quiere y me está esperando, y que no puedo ser egoísta y quedarme ahí: "Debo irme".
Y si no pasara tanto tiempo caminando bajo el agua, pensaría que soy fuerte, pero la realidad es que sólo ahí puedo caminar. Cada vez que subo, el ciclo se reinicia, porque estoy luchando contra mí misma. Tiemblo porque tengo miedo de que el mundo haya cambiado, sabiendo que yo he vuelto a fallar. Tiemblo porque ahí arriba no hay donde esconder las lágrimas. Tiemblo, porque detrás de esas lágrimas, dejo de distinguir cuál es el fondo de la piscina y cuál es el mundo bajo el sol...
.

No hay comentarios:

Publicar un comentario